jueves, 30 de noviembre de 2023
La economía del triunfo…
No es un fenómeno social reciente, pero con el avance de la tecnología aumentó el numero de personas que hacen una especie de mimesis del triunfo, es decir, que fingen que triunfan, se presentan como personas bendecidas por el dios de su preferencia, son los mas hermosos gracias a los filtros, infinidad de filtros, son los más atléticos gracias a que en sus redes suben fotos de sus ejercicios, y muchos de ellos tienen pase de cortesía por quince dias.
No van a un concierto a gozar de los artistas, hacen un live completo de todas las canciones, no importa si el “artista” es malo, a ellos no les importa que el cantante haga Playback, esa magia donde el artista se cae del escenario y su voz mágicamente sigue sonando sola, sin mover los labios, a él no le importa que sus letras sean una mierda, o sean totalmente estúpidas, el triunfo está en ir a gastarse uno o varios salarios mínimos en una boleta, y subir la foto hasta de la boleta y comprar un costoso licor para aparentar que está triunfando.
La estrategia del triunfador aparente es conseguirse otra persona igual de vacía que el, y fingir en conjunto el triunfo, fingen incluso, que se aman, y que su amor es un amor de los de los libros de romance, pero por fuera tienen en cuenta muchísimas infidelidades y peleas, y como diría la juventud, una relación “toxica”, pero eso a ellos no les importa, lo importante es fingir.
Lo importante no es ser sino aparentar, “se ven las caras, pero nunca el corazón” corea una canción de Ruben Blades, y es que, en esta guerra de la apariencia, muchos son los infelices que ven vidas perfectas, que en realidad son vidas de mierda, y sienten que no han logrado en la vida, se sienten solitarios frente a relaciones inmundas, se sienten pobres frente a adquisiciones hechas con deudas, se sienten mal en sus empleos, frente a supuestos trabajos soñados.
Que triste y miserable es la vida de aquellos que viven para hacerle creer a los demás que son mejores que otros…
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